Helene, la condesa de Godwin, sabe que
no hay nada más insoportablemente aburrido que una mujer casta y pura.
Después de todo, ella lo ha sido durante diez largos años, mientras el
canalla de su marido vive entre prostíbulos y va de escándalo en
escándalo. Decide que ya es hora de un cambio: se cubre con un vestido
muy transparente y acude al baile cual Cenicienta, esperando encontrarse
con un príncipe encantador que caiga rendido a sus pies… y también en
su cama.
Pero en lugar de un príncipe, se
encuentra con su inestable y exasperantemente atractivo… marido, el
conde de Godwin. Éste le hace una descarada oferta, y Helene decide ser
su esposa de nuevo… y no sólo de palabra. No, esta vez está decidida a
ser muy, muy malvada.
Llego -por fin- a terminar esta tetralogía que, la verdad sea dicha, me ha dejado fría. No sólo porque es muy irregular y en ocasiones me ha resultado incluso un poco caótica, sino porque el final no está a la altura.
Eloisa James ha defraudado bastante mis expectativas que con sus antecedentes eran muy altas. Esperaba mucho más de ella y de esta serie que sobre al menos sobre el papel tenía todos los ingredientes para resultar inolvidable. Lamentablemente, la olvidaré muy pronto.
En primer lugar, me ha costado mucho empatizar con los protagonistas. Durante tres libros Helene ha sido un personaje de relleno y su Rees, aún menos que eso. Ella era una pavisosa y una mojigata. Él, el mejor ejemplo de un gañán en el salón y un fiasco en la cama. James no ha sabido hacer que, como lectora, me muera por saber que va a pasar con estos dos.
La única forma de arreglar este desaguisado es, por supuesto, comenzar de nuevo. Esta es una historia de segundas oportunidades que en realidad son casi una primera vez. Helene y Rees, tras un flechazo juvenil motivado en buena medida por su común amor por la música, se fugaron para casarse en la mítica Gretna Green. El matrimonio pronto fué un fiasco, así que acordaron vivir separados. Pero mientras ella ha llevado una vida intachable durante una década, él se ha labrado a pulso una fama de rudo, antisocial e incluso licencioso.
Cuando una de sus amigas, casada en un matrimonio feliz, tiene su primer hijo, Helene se da cuenta de repente de todas las cosas a las que ha renunciado. Como sabe que la posibilidad de tener un matrimonio feliz es muy escasa, pasa a cifrar su objetivo en, al menos, tener un hijo. Y ya que la relación con su esposo es nula, decide tenerlo con otro hombre. El problema es que su marido no está dispuesto a dar su nombre al hijo de otro.
Aquí debería seguir una sucesión de escenas picantes, de tiras y aflojas entre los dos y de una escalada de tensión sexual que le hubieran dado vidilla a la novela. Pero James opta por que Helene y Rees acuerden vivir juntos para tener su hijo y criarlo. La historia pierde interés desde ese momento, discurriendo por caminos previsibles.Tanto que no tiene más remedio que introducir una nueva intriga amorosa entre los personajes secundarios. La autora incluso hace que comulguemos con ruedas de molino, como que las relaciones íntimas entre Rees y Helene que hasta el momento han sido no solo insatisfactorias, sino incluso molestas para Helene, pasen a ser por arte de magia maravillosas.
Me gustaría señalar que durante toda la serie, es evidente influencia en Eloisa James de Georgette Heyer (una escritora que recomiendo vivamente). O mejor dicho, James intenta parecerse a Heyer, pero se queda a mucha distancia de la ironía, el fino humor y la elegancia con que la reina del Regency romance refleja la época.
En resumen, una novela decepcionante y un fín de serie en tendencia descendente. Valoración: Dos rosas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario